lunes, 27 de abril de 2015

¿Qué te impide alcanzar tus sueños?



           A todas las personas nos toca enfrentarnos a algo difícil: tomar decisiones. Están las sencillas, como decidir qué ropa nos vamos a poner (la cual no es tan sencilla para mí, confieso), qué comeremos hoy, o qué película vemos. Y también están las grandes decisiones, las importantes, como por ejemplo escoger qué carrera estudiar, con quién nos vamos a casar o si invertir en un negocio o no.

Hay otra decisión que está en nuestras manos: escoger si luchamos por nuestros sueños o si nos quedamos de brazos cruzados.

Una de las cosas que impide que cumplas tus sueños es tu indecisión. Sí. No decidirte a luchar por lo que quieres. Y hay ciertos puntos que pueden ser los que causen tu indecisión. A continuación nombro tres:


1) Sentirte incapaz:

Aunque a veces no parezca, este es uno de los principales obstáculos que tenemos para alcanzar nuestras metas, e incluso para decidirnos a dar el primer paso hacia ellas. ¿Alguna vez has sentido que no sirves para algo? ¿Alguna vez deseaste mucho hacer algo y no lo intentaste por miedo a fracasar?

A lo mejor alguna o varias personas cercanas a ti te han llenado de pesimismo, negativismo e inseguridad. Te han hecho creer que no sirves para nada. A lo mejor confesaste que querías ser un gran ingeniero y se rieron de ti porque no salías muy bien en el colegio. OJO: No desprecies los consejos, todo lo contrario (Proverbios 11:14 y 15:22) pero a veces hay que hacerse a los sordos y no escuchar comentarios negativos que en vez de impulsarte hacia adelante te hunden. (Ver historia de La ranita sorda)

Recuerda que nunca sabrás si puedes hacer algo si nunca lo intentas.

Hay gente que nace con el don de cocinar divino. Sin mucho esfuerzo ligan ingredientes y les queda un plato exquisito. A lo mejor tú no tienes ese don, pero si tienes las ganas de aprender y ser un buen chef ¡prepárate! No es una meta imposible, sólo requiere esfuerzo.

2) Preferir la comodidad o escoger lo más fácil:

El ir tras un sueño generalmente nos saca de la comodidad. Si quieres aprender a tocar guitarra tendrás que enfrentar los callos que te saldrán en los dedos, si no quieres los callos pues tendrás que resignarte a no aprender a tocarla.

Cuando éramos niños hubo un tiempo en el que no teníamos miedo. De hecho nos pasamos nuestra niñez pensando que todo lo podíamos lograr.

Haz la prueba y pregúntale a un niño qué quiere ser cuando sea grande y verás su respuesta. Estoy segura de que no te dirá: bueno, si realmente descubro que sirvo para eso, me gustaría ser doctor. No. Por el contrario, unos dicen que serán abogados, astronautas, otros bomberos, otros diseñarán submarinos, etc. Y lo dicen con convicción. Es algo admirable. En esa edad tú no piensas en la posibilidad de que no puedas servir para algo, o ser lo que quieres ser, sino que lo serás, punto, así sin más.

Pero a medida que pasa el tiempo nos vamos dando cuenta de que alcanzar algo requiere esfuerzo. Si de verdad quieres ser un gran cirujano te toca pasarte años de estudio y comerte setecientos libros. Y ahí es cuando la mayoría huye.

Estamos en un tiempo en el que nos gusta todo fácil, rápido y sin mucho esfuerzo. (Cuídense del querer ganar dinero fácil). Lo más seguro es que en algún momento de sus vidas, mientras estudiaban algo, pensaron en que todo sería tan fácil si comiéndonos el libro nos quedara toda la información grabada. Yo lo que pensaba era: todo sería más fácil si existieran chips que nos colocaran en el cerebro y que esos chips tuvieran todo lo referente a algo en específico. Por ejemplo, el que quiere ser doctor se pone el chip de doctor y ¡voilà! Ya somos doctores. Pero NO. La cosa no es así, y sería triste si lo fuera. En serio. Generalmente lo que más valoramos es lo que hemos ganado con más esfuerzo.

¡Esfuérzate! Que tu fe en Dios no te lleve a ser un flojo. Como el que le pide con fe un trabajo pero no sale a buscarlo sino que se queda echado en el sofá esperando que un ángel se le aparezca y lo lleve cargado a su nuevo empleo. Te aseguro que no conseguirá nada.

Hay que salir de la comodidad, calarse los callos en los dedos si saben que al final habrá valido la pena. Enfrentar las situaciones difíciles sabiendo que nada de lo que hagan habrá sido en vano.

3) Sentir que no podrás porque ya lo intentaste antes y no pudiste:

          A lo mejor lo intentaste, fracasaste y te rendiste. Pero es que a lo mejor no era el tiempo o no estabas preparado.


El elefantito estaba atado, era sólo un bebe y había intentado soltarse pero no lo logró, claro, no tenía fuerzas. Pero luego creció y no lo intentó más porque pensaba que no podía, cuando en realidad ya era lo suficientemente grande y fuerte como para poder soltarse.

Borra de tu mente ese “no pude y no podré” que te impiden decidirte a luchar por tu sueño.




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