sábado, 30 de abril de 2016

¿El vil egoísmo que otra vez triunfó?



Para nadie es un secreto que hoy en día en las conversaciones de los venezolanos ajuro se toca el tema de la situación del país, ya sea de la inseguridad, escasez de alimentos, escasez de medicinas, desempleo, etc.

Últimamente he escuchado a varias personas, cuando se toca el tema, decir que hay que ser positivo, que odian escuchar que se quejen del país, que aún podríamos estar peor y que en realidad deberíamos agradecer que al menos tenemos lo necesario para vivir. Y ustedes dirán "oye, tienen razón". Pero yo pregunto: ¿y los que no? ¿y los que no les alcanza su salario para comprar los alimentos? ¿y los que han perdido familiares a causa de la inseguridad o por no conseguir un medicamento? ¿y todos aquellos que sí tienen que hacer las colas en los supermercados porque no tienen para comprar la comida revendida por los bachaqueros? ¿y los que no tienen nada de lo que tú tienes?

Es muy fácil para nosotros querer tapar el sol con un dedo, ponernos una venda en los ojos y meternos en la mente que todo está bien y que en medio de la crisis podemos surgir. Que no todo está tan mal porque no nos falta la comida. "El vil egoísmo que otra vez triunfó"... esa parte del himno lamentablemente ha cobrado vida. Muy bien, me alegro por todos los que ganan mucho más del sueldo mínimo, por los que tienen qué comer en sus casas, me alegro por los que no han perdido familiares a causa de la falta de medicinas, de hecho yo tampoco he tenido necesidad de nada y me alegro y agradezco por eso, pero ¿saben qué? No somos el ombligo del mundo, no somos los únicos que viven en este país, hay más gente allá afuera. ¿En qué momento nos volvimos tan egoístas?

lunes, 11 de abril de 2016

¿Buscando razones para ser feliz?



         “Si estás buscando una razón para ser feliz: tómate el pulso”, eso leí por ahí.

         Esperando el día en el que seamos felices, se nos va la vida.

         Siempre digo que hay que valorar más los detalles más pequeños, lo que parece normal: que el corazón nos lata, que el Señor nos despierte cada mañana, que salga el sol, la comodidad de nuestra cama, la lindura de los colores. Tenemos que ser de los que ven el vaso medio lleno y no medio vacío, de los que en vez de resaltar lo malo, apreciamos lo bueno.

        Darle las gracias a Dios por todo, pero vivir con una mala actitud como si no tuviéramos nada, es una incoherencia. Seamos agradecidos, no sólo de labios, sino con todo nuestro ser.

jueves, 7 de abril de 2016

¿Tiempo al tiempo?



Por ahí dicen que hay que darle tiempo al tiempo, pero yo opino que no es así. Al menos no en todos los casos. A veces el tiempo pasa y todo sigue igual. Hay cosas que el tiempo no hace olvidar. Quedan grabados recuerdos, lugares, momentos, olores, sonidos. Y no importa si pasan uno, dos o tres años, sigue sonando igual, sigue oliendo igual, se sigue sintiendo igual, y eso el tiempo no lo cambia.

Llega el momento en el que toca reconocer que no podemos solos, que el tiempo tampoco puede, ni todo lo nuevo que vivamos. Sólo Dios puede. Algo sobrenatural, más allá de lo humano, lógico o racional. Más allá de lo que podemos entender.


Creo que no se trata de olvidar, sino de algo más, de soltar, dejar ir, dejar fluir y acostumbrarse. Y en ciertos casos, es difícil hacerlo solos. ¡Qué bueno que tenemos a Dios!