Por ahí
dicen que hay que darle tiempo al tiempo, pero yo opino que no es así.
Al menos no en todos los casos. A veces el tiempo pasa y todo sigue igual. Hay
cosas que el tiempo no hace olvidar. Quedan grabados recuerdos, lugares, momentos,
olores, sonidos. Y no importa si pasan uno, dos o tres años, sigue sonando
igual, sigue oliendo igual, se sigue sintiendo igual, y eso el tiempo no lo
cambia.
Llega el
momento en el que toca reconocer que no podemos solos, que el tiempo tampoco
puede, ni todo lo nuevo que vivamos. Sólo Dios puede. Algo sobrenatural, más
allá de lo humano, lógico o racional. Más allá de lo que podemos entender.
Creo que
no se trata de olvidar, sino de algo más, de soltar, dejar ir, dejar fluir y
acostumbrarse. Y en ciertos casos, es difícil hacerlo solos. ¡Qué bueno que
tenemos a Dios!
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